lunes, 12 de septiembre de 2011

Geobiología y Radiestesia


Geobiología y Radiestesia

INTRODUCCIÓN
Antiguos filósofos y modernas teorías científicas como la de “Gaia” ponen de manifiesto la intensa dinámica de nuestro planeta. En él están integrados los conceptos de nacimiento y muerte con la aparición de corteza a través de los volcanes y dorsales oceánicas y desaparición de  material geológico en las zonas de subducción.  Toda forma parte de un ciclo de interacción continua que dura millones de años. Este dinamismo nos resulta difícil de observar debido a nuestra corta vida en relación con la “vida” de los procesos geológicos. No obstante, aprendiendo a observar los registros geológicos somos capaces de averiguar una ínfima parte del pasado de nuestro planeta. Y aprendiendo a leer el “pulso” del planeta hoy día seremos capaces de predecir e interpretar su estado.
La pregunta es entonces, ¿en qué modo y grado, afecta nuestro planeta a los seres humanos? Alguien podría pensar que el planeta no nos afecta de ningún modo. Sin embargo mantenemos una interesante interrelación con él. Para nosotros es el lugar adecuado para vivir debido a la combinación de factores ambientales como la temperatura, el alimento, la oxigenación, etc....y el campo magnético.
Para interpretar los efectos del planeta sobre los seres humanos planteémonos primero la pregunta de lo que es un ser humano. La respuesta es compleja desde el punto de vista filosófico. Sin embargo, desde el punto de vista fisionómico, podemos responder que un ser humano está compuesto en un alto porcentaje por agua (más del 70%). Gracias a esta agua, nuestras células pueden comunicarse entre sí química o eléctricamente. El agua es un medio excelente para el transporte de iones, moléculas, geles, etc. Y también es un medio conductor ideal para la transmisión de los impulsos eléctricos del cerebro. Por lo tanto, nuestro cuerpo entendido de manera global es un medio conductor, con una diferencia de voltaje entre los pies y la cabeza. Esto significa que cualquier campo electromagnético, por sutil que sea producirá un efecto sobre nuestro organismo. Pues bien, el planeta posee su propio campo magnético, sin el cual no podríamos vivir. De hecho, los primeros astronautas que pasaron largas temporadas bajo la ausencia de campo magnético, comenzaron a enfermar y manifestar diversos síntomas que fueron solucionados mediante la creación de un campo magnético artificial similar al de la Tierra.
Además, se han descubierto una serie de ondas entre la Tierra y la ionosfera denominadas “Schumann” que vibran a 7,8 hertzios. Resulta realmente sorprendente que las ondas de nuestro cerebro, cuando se encuentra en estado de profunda relajación como el que se consigue con la meditación, vibren exactamente a esta frecuencia. Sin embargo, los seres humanos hemos inundado el planeta con ondas de distintas frecuencias, desde 50 y 60 hertzios para las redes de electricidad hasta frecuencias extremedamente altas como las microondas de nuestros televisores, ordenadores, transmisores, radares y hornos microondas. Tanto es así, que el doctor Robert Becker, de Estados Unidos, manifestó que la densidad total de ondas de radiofrecuencia que penetraban en cada rincón del planeta era de cien a doscientos millones de veces el nivel que nos llega de modo natural desde el Sol. Ya que hemos inundado el planeta con ondas artificiales no nos debe extrañar que nuestro organismo comience a presentar síntomas y reacciones poco naturales.
ORÍGENES
Durante milenios, distintas poblaciones con diferentes culturas han utilizado métodos para averiguar los mejores emplazamientos para sus poblados. Por ejemplo, para establecer una ciudad, los romanos, dejaban pacer previamente un grupo de ovejas en una gran extensión de terreno. El lugar elegido por éstas determinaba el emplazamiento de la nueva ciudad. Igualmente, actuaban los indios de Norteamérica con sus caballos o las tribus nómadas del desierto con los perros. No obstante, no fue hasta mediados del siglo XX cuando se acuñó el término Geobiología y se obtuvieron resultados científicos acerca de las observaciones. Aunque varios ilustres científicos cooperaron con distintos estudios se considera que fue el doctor alemán Hartmann quien estableció los principios. No obstante, no queremos obviar los resultados empíricos obtenidos por el doctor Peyré, el barón alemán Gustav von Pohl, el ingeniero francés Pierre Cody, la doctora suiza Blanche Merz o el arquitecto francés Remi Alexandre.

FUNDAMENTOS
Aunque durante siglos distintas culturas han hecho mención a las denominadas energías “telúricas”doctor Hartmann pudo establecer de modo científico una red global de líneas de fuerza telúricas que recorren el planeta de norte a sur y de este a oeste. En ocasiones, la presencia de estas líneas puede ocasionarnos problemas en nuestro bienestar físico y psíquico. Para comprobarlo, el doctor Hartmann realizó 150 000 tests representados en georritmogramas que mostraban la resistencia cutánea corporal en personas que permanecían períodos de 30 minutos sobre una zona alterada telúricamente o una zona neutra. Las gráficas mostraban claramente cambios bruscos en la resistencia electrocutánea cuando los individuos pasaban de una zona neutra a una alterada. Posteriormente, estos tests han sido corroborados por otros científicos europeos, dejando sin lugar a dudas la influencia que tiene sobre nosotros las energías telúricas.
Unido a estos efectos, la geobiología también estudia otras denominadas “radiaciones telúricas”corriente de agua subterránea, el doctor suizo Joseph 
A.Kopp ha medido anomalías magnéticas, como un aumento de la fuerza del campo magnético de las ondas de frecuencia ultra alta (UHF) y un aumento de la conductividad eléctrica del suelo y del aire. También se han observado cambios en los campos electrostáticos, electromagnéticos y electrocapilares del suelo. En la vertical de las fallas se han medido diferencias de potencial eléctrico atmosférico y terrestre, aumento o disminución de la radiación gamma, emisiones de ciertas frecuencias de onda corta y variaciones en el suelo tanto de temperatura infrarroja como conductividad. En cuanto al principal problema derivado de las fallas es que de ellas emanan sobre todo, gases radiactivos (especialmente radón) altamente perjudiciales para la salud. Las zonas del planeta donde se conjugan alguno de estos factores son denominadas ´zonas geopatógenas" o "geopatías” por ser regiones “naturales” cuya exposición prolongada en ciertos individuos puede no resultar beneficiosa.
No obstante, la geobiología y la domología de finales del siglo XX y siglo XXI, tienen también en cuenta los efectos de los campos energéticos antrópicos sobre los individuos. Esta especialidad es tremendamente reciente, ya que el intenso avance producido en las últimas décadas a nivel de telecomunicaciones, ha indundado nuestra atmósfera de millones de ondas de distintas frecuencias, que no vemos, pero nos rodean y penetran. Las patologías derivadas de ellas son llamadas “tecnopatías”
producidas en gran medida por campos electromagnéticos.

Los distintos campos electromagnéticos se clasifican en función de la frecuencia de su onda. Así, la luz visible se halla entre 4*10^14 y 7,7*10^14 hertzios. El tipo de iluminación en nuestros edificios es un factor importante en nuestro bienestar ya que solemos pasar cada vez más tiempo en lugares cerrados. Las fuentes luminosas con espectros particulares generan respuestas neuromusculares específicas. Así, las tonalidades cálidas como amarillo o rojo generan una subida de la temperatura corporal externa del cuerpo, mientras que los tonos fríos, como azul o verde, producen un descenso. Tanto por encima como por debajo de las frecuencias correspondientes a la luz visible, nuestros ojos no perciben las radiaciones electromagnéticas. Por ejemplo, la radiación ultravioleta que sí puede ser vista por algunos animales tiene una frecuencia de entre 7,7*10^14 y 3*10^17 hertzios.Con frecuencias menores a la luz visible se tiene a la radiación infrarroja desde los 3*10^11 a los 3*10^14 hertzios, las ondas utilizadas en telecomunicaciones como la radio, la televisión, el radar o lasmicroondas con una banda muy amplia, desde 3*10^4 a 3*10^12 hertzios y aún con frecuencias menores, encontramos las frecuencias de las redes de electricidad, 50-60 hertzios. Por encima, de la frecuencia de las ultravioletas, se encuentra lo que se denomina “radiaciones ionizantes”, es decir, aquellas que llegan a modificar la estructura del átomo. Son los rayos alfa, beta, gamma, X o los neutrones y pueden llegar hasta frecuencias de 3*10^22 hertzios. Es interesante destacar que el fenómeno de la radioactividad puede estar más cercano de lo que se pueda creer. Especialmente común es el gas radón que puede proceder del subsuelo o de materiales con minerales radiactivos como el granito, el cemento, en algunos casos la cerámica, etc. procedentes del planeta, no fue hasta el siglo XX, que el procedentes de accidentes geológicos como corrientes de aguas subterráneas, fallas, alteraciones del campo magnético o chimeneas cosmotelúricas. Los efectos que producen en su vertical pueden ser variados y tener efectos diversos sobre los individuos en función del sistema inmunológico de cada uno. 
Una vez clasificados en función de la frecuencia los distintos tipos de radiaciones electromagnéticas, también resulta interesante explicar los dos tipos de campos que pueden llegar a generarse con éstas. Por un lado, pueden producirse “campos eléctricos” siempre que exista un voltaje en un conductor. Estos campos existen aunque no haya corriente a través de ellos. Es similar al efecto del agua en las tuberías de nuestra casa. El agua se encuentra en las tuberías, hagamos uso de ella o no. El voltaje, es similar a la presión que ejerce el agua sobre las tuberías. Esto quiere decir, que cualquier material conductor (seres vivos, árboles, paredes, etc.) será capaz de absorber y transmitir los campos eléctricos. Por otro lado, pueden generarse “campos magnéticos” solamente cuando haya corriente, es decir, que el circuito esté encendido y la electricidad se encuentre en movimiento. Algunos materiales de construcción, como el cemento armado, son capaces de reducir sus efectos.
Además de las “genopatías” originadas por campos o radiaciones de origen entrópico, existen algunos otros factores dentro de nuestras casas y negocios que también pueden afectar a nuestra salud. Otro gran problema, especialmente en las ciudades, es el aumento de la contaminación atmosférica debido a las industrias, la utilización de materiales sintéticos, los vehículos, los aires acondicionados, etc. Entre los componentes más comunes que se puede encontrar en una vivienda tenemos: el ozono (gas corrosivo para el ser humano), anhídrido sulfúrico (SO2), amianto (mineral cuyas fibras pueden penetrar por la nariz y llegar a clavarse en los pulmones), benceno (procedente del petróleo), formaldehido (utilizado en diferentes productos, como muebles de oficina, fibras sintéticas, etc.), hidrocarburos, etc. De hecho, la calidad del aire no sólo pasa por si está contaminado o no. Una alteración de la ionización del aire de nuestro entorno también puede causar trastornos en los seres vivos. De hecho, el equilibrio iónico es responsable de funciones celulares, bacterianas y microbianas. Un exceso de iones positivos pueden saturar los radicales libres alterando las reacciones biológicas de los seres vivos. Para evitar el bloqueo se produce una respuesta glandular, exceso de serotonina (hormona del estrés) que agrava aún más el problema. El desequilibrio iónico antrópico procede de la utilización de la radiactividad, tanto con la construcción de centrales nucleares como en la utilización de materiales que emiten partículas cargadas (p.ej. cemento), las líneas de alta tensión, la contaminación atmosférica, materiales sintéticos que generen electricidad estática o electrodomésticos como los aires acondicionados.
La contaminación sonora es otro importante factor de riesgo. Las personas que habitan en ciudades pueden verse sometidas a un rango de ruido entre los 35 y los 85 decibelios (dB) o incluso mayores. Es precisamente a partir de los 35 dB, cuando comienzan a producirse alteraciones fisiológicas según las investigaciones de Alain Muzet del CNRS (Francia).

EFECTOS DE LAS GEOPATÍAS SOBRE LA SALUD

Los efectos que las “geopatías” anteriormente descritas tienen sobre la salud son variables y pueden ir desde un simple malestar hasta incluso enfermedades más graves como cáncer. Cada individuo puede manifestar diversos síntomas bajo la misma influencia dependiendo de diversos factores como el grado de defensas que tenga su organismo. No obstante, se han observado algunas reacciones comunes iniciales como son la alteración de la resistividad y de la capacidad eléctrica de la piel, irregularidades en el ritmo cardíaco y de la reflexión de la radiación infrarroja así como modificaciones en el sistema endocrino. Al cabo del tiempo, estas reacciones biológicas podrán ser traducidas en síntomas de malestar o incluso enfermedad. El proceso es lento pero definido tal y como muestra Mariano Bueno en su libro “El gran libro de la casa sana”:

“Las radiaciones y los campos energéticos perjudican los procesos bioquímicos y energéticos de las células de nuestro cuerpo; por ejemplo, las células del sistema inmunitario. Además, afectan a todo el sistema endocrino y hormonal, que regula innumerables procesos metabólicos, haciéndole perder su equilibrio.
La consecuencia son molestias inicialmente leves, que se atribuyen al estrés, al clima o a otras condiciones de la vida. Tras un efecto prolongado – según la experiencia, unos cinco o siete años  pueden desarrollarse verdaderas enfermedades crónicas (que incluso amenazan la vida), tales como reuma, asma, bronquitis crónica, molestias del bajo vientre, enfermedades gástricas, úlceras de estómago, afecciones e infecciones renales, flebitis, hipertensión, arritmia, infarto de miocardio, leucemia y cáncer.
En general, el cuerpo se debilita bajo el efecto de la irradiación, de manera que sus defensas contra los alérgenos se deterioran."
No obstante, a pesar de los efectos nocivos que parecen tener las geopatías, no quiere con ello añadirse el calificativo de que sean "negativas". Su grado de vibración puede ser en un momento dado diferente al nuestro y por ello nos puede hacer enfermar, pero la exposición a ellas con dosis bajas no tiene porque suponer un malestar en un individuo sano. Incluso en algunos casos, la vibración energética de las geopatías puede ser utilizada para lograr estados de conciencia o trabajo interior profundo como el que se realiza con la meditación.Nada es bueno ni malo al 100%, y en el caso de las geopatías sus efectos dependen considerablemente de la dosis de exposición.

EFECTOS DE LAS TECNOPATÍAS SOBRE LA SALUD     

Los efectos que las “tecnopatías” producen sobre la salud son un ámbito de investigación reciente debido a que el organismo está conviviendo con la tecnología desde hace relativamente poco. Por ello, el efecto a largo plazo que pueda tener sobre nuestra especie es desconocido. No obstante, desde hace algunas décadas se están realizando intensos estudios en países como Estados Unidos, Alemania, Francia y Suiza para averiguar los efectos que pueden  tener sobre los individuos los distintos tipos de campos electromagnéticos. Sobre la década de los 60, las investigaciones llevadas a cabo en la antigua Unión Soviética demostraron que los campos de alta tensión podían producir las siguientes alteraciones: insomnio, estrés, migraña, alteraciones del sistema neurovegetativo, del pulso, de la tensión arterial, malestares físicos y desórdenes de la coordinación, fatiga, alteraciones cardíacas, garganta seca, faringitis y laringitis. Estos resultados provocaron que la Unión Soviética estipulara por ley que las líneas de alta tensión con intensidades de 25 KV/m debían estar situadas a una distancia mínima de 110 m. de cualquier construcción.

Las investigaciones llevadas a cabo por el doctor W. Ross Adey indican que la contaminación eléctrica altera los ritmos bióticos naturales que regulan los períodos de vigilia y sueño, principalmente. El cuerpo humano se adapta a los campos electromagnéticos artificiales lo que perjudica severamente al organismo disminuyendo su resistencia y su sistema inmunológico. Además, ya que los campos electromagnéticos someten al organismo a un cambio de sus ritmos, éste se ve sometido a un tipo de estrés llamado “electroestrés” por los científicos Altmann y Brauss. 
Este “electroestrés” es el responsable de los síntomas que sufren algunas personas que duermen en un dormitorio con altos campos de electricidad.
En estos casos se ha detectado un incremento de casos de insomnio, que comenzó por estar inquietos durante la noche, dormir mal o sentirse cansados al levantarse. Otros síntomas como las alergias, la irritabilidad, la falta de energía (especialmente el “síndrome de fatiga crónica”), la falta de concentración o la hiperactividad infantil pueden ser resultado de nuestra sensibilidad a las radiaciones de líneas eléctricas.

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